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04 Enero 2024

Historia de la Selección (IV): los años 30

Después de 1928, la Selección Española de Fútbol se remodeló en profundidad para afrontar una década de los 30 que nadie imaginaba que se cortaría abruptamente con la Guerra Civil y con la posterior II Guerra Mundial. Antes de esa dramática brecha, nuestro combinado nacional tuvo tiempo para volver a ilusionar. 

 

La etapa de José María Mateos (1929-1933)

 Tras la decepción olímpica de 1928, llegó al cargo de seleccionador José María Mateos, quien ya había estado al frente del combinado nacional entre 1925 y 1927 en varios de los Comités Técnicos que se fueron formando. Con él se llevó a cabo una profunda renovación en el equipo: hasta siete jugadores debutaron en el primer encuentro ante los lusos, partido en el que se inauguró el Estadio de la Exposición Iberoamericana en Sevilla.

Con Mateos al frente se vivió un año emblemático para la selección -1929- cuando España encadenó tres grandes victorias: 5-0 a Portugal en Sevilla, 8-1 a Francia en Zaragoza y el muy recordado 4-3 a Inglaterra en el Metropolitano de Madrid.

Tras derrotar a los portugueses, España se impuso a Francia por un contundente 8-1, en el viejo campo de El Torrero. Rubio volvió a maravillar (4 goles) junto con Bienzobas (2) y Goiburu (2).  Un mes y un día después (el día 15 de mayo), el combinado nacional batía a Inglaterra por 4-3. Se convirtió en la primera derrota de los ingleses en el continente, que solo habían caído hasta entonces jugando contra Escocia.

Ante Inglaterra, el seleccionador José María Mateos apostó por el mismo equipo que ante Portugal con solo una novedad: alineó en la puerta a Ricardo Zamora; en la defensa, al madridista Félix Quesada y al muy experimentado Jacinto Quincoces (aún en el Alavés); en la media, al españolista Prats, le acompañaban el realista Marculeta y el también jugador blanco José María Peña. En la delantera por la derecha jugaban dos de Osasuna: Jaime Lazcano, recién fichado por el Real Madrid, y Severiano Goiburu, que seguía en Pamplona. En el eje del ataque, el goleador Gaspar Rubio y para el ala izquierda, el canario del Español Padrón (la única variante con respecto al encuentro ante Francia) y el realista Yurrita. El encuentro fue presenciado por miembros de la familia real (los Infantes don Juan, don Gonzalo y don Jaime de Borbón).

 

Aquel histórico partido ante los “pross” estuvo marcado por un nombre propio. Inglaterra llegó a ir ganando 0-2 antes de que se cumplieran los primeros 30 minutos, ambos tantos obra de Carter. La remontada se debió a los goles de Gaspar Rubio, autor de dos tantos y de la asistencia en el 4-3 definitivo, quien recordaría 20 años más tarde algunos detalles de aquella tarde:

“El gol que más alegría me hizo marcar fue el del empate a tres con Inglaterra. Aquella tarde conseguí dos, ambos de cabeza. Pero ese, le digo, fue emocionante. Hasta el público invadió el campo para abrazarme. ¡Un gol aquel inolvidable!”

El público acabó sacando a hombros a los jugadores, algo que no había ocurrido desde el triunfo ante Bélgica en 1921. 

 

 

UNA HISTORIA DE LA SELECCIÓN
Camino al Mundial de Italia (1930-1934)

 

 

 

 

La victoria ante Inglaterra abrió una etapa muy brillante para el equipo español que tendría continuidad con una gran actuación en el Mundial de 1934, destacadas victorias como ante Italia en Bolonia en 1931, contra Alemania en 1935, en suelo germano, y contundentes goleadas (a Bulgaria en 1933).

En los años 30, como no había ocurrido en la anterior década, se conformó un equipo muy sólido con futbolistas que gozaron de mayor continuidad en el puesto. Así, Ricardo Zamora, como venía ocurriendo desde 1920, continuó siendo intocable como guardameta titular, al menos hasta 1935-36 cuando ya se intuía el final de su carrera. En la defensa se consolidó la pareja Ciriaco-Quincoces, que junto con “El Divino”, jugaban en el Real Madrid. En el centro del campo hubo más variaciones pero desde 1932 se asentó el trío formado por Cilaurren (Athletic), Gamborena (Real Unión) y Marculeta (Real Sociedad). 

Luis Regueiro (Madrid FC) e Isidro Lángara (Oviedo) se convirtieron en dos de los pilares del equipo en la delantera y los grandes goleadores de la selección española en los años 30.

Hasta el Mundial del 34, casi todos los encuentros que jugó el combinado nacional se saldaron con victorias, salvo la derrota en Praga ante Checoslovaquia en 1930 (2-0), la apabullante goleada encajada ante Inglaterra en 1931 (7-1) y el tropiezo ante Francia en París por 1-0 en 1933. España dejó, por el contrario, mejores sensaciones en otros momentos: ganó 2-3 a Italia en Bolonia en 1931, se impuso 2-1 en Oviedo a Yugoslavia  y 13-0 a Bulgaria en 1933. Sin embargo estas victorias no parecían compensar el mal sabor de boca de caer con los ingleses y los franceses: a medida que se acercaba el reto mundialista de 1934 había más dudas que certezas.

En junio del 31, España, ganaba 2-3 en Bolonia ante Italia con dos tantos de Luis Regueiro (quien no marcaba desde los JJOO de 1928) y uno de Ventolrá. Era la primera vez que España se imponía a Italia a domicilio en lo que parecía era una nueva demostración de que, tras los fracasos de 1924 y 1928, la selección española estaba renaciendo.

Se trataba de una victoria que, sin duda, saciaba el orgullo nacional como queda reflejado en esta viñeta de Mundo Deportivo titulada: “El león ha despertado”.

La llegada de la República y el cambio de ciclo

En 1931 muchas cosas cambiaron en España (se proclamó la II República) y para la selección española, que cosechó una serie de malos resultados (y alguno catastrófico) que diluyeron, al menos en parte, esa euforia por la victoria contra Inglaterra y el triunfo en Bolonia ante los italianos de 1930.

Si bien el 19 de abril la selección había empatado a cero en San Mamés con Italia (ya con la República proclamada) el partido del 26 de ese mes estuvo rodeado de una atmósfera especial. Fue un día con gran significación: la selección española jugó un partido amistoso, marcado por el complejo contexto político que vivía el país. El combinado nacional se midió a Irlanda recién proclamada la II República.

La euforia por el cambio de régimen convivía con momentos de tensión sobre todo en Cataluña donde Francesc Maciá había proclamado el Estat Català “que con toda cordialidad procuraremos integrar en la Federación de Repúblicas Ibéricas”. En ese contexto se disputó, en el entonces llamado Stadium de Montjuic de la Ciudad Condal, el encuentro entre España e Irlanda. Un partido que sirvió para que aparecieran juntos, y en aparente buen entendimiento, Niceto Alcalá-Zamora, presidente provisional de la II República, y el presidente de la Generalitat, Francesc Maciá, quienes, como señalara el ABC o el diario La Rambla, fueron “aclamados por la muchedumbre” que acudió al ver el duelo que acabó con un empate a uno. Luego, al final del encuentro Don Niceto y don Francesc bajaron a saludar a los jugadores.

Aquella imagen de ambos líderes juntos vino a mostrar públicamente que no se había roto el vínculo entre esas dos instituciones que ambos políticos encarnaban: la selección venía a servir de nexo de unión.

 

Los dos empates con que se inauguró 1931 (ante Italia e Irlanda en San Mamés y Montjuich respectivamente) hicieron reverdecer las dudas sobre la capacidad del equipo. Pero lo peor estaba por llegar cuando esos malos presagios se confirmaron en el “desastre de Highbury”: allí el combinado español cayó derrotado por 7-1 ante Inglaterra.

Cuatro días después, la selección daba un vuelco a esa derrota imponiéndose a Irlanda por 0-5 en un partido en el que el capitán Samitier, como delantero centro, lideró al equipo con un portentoso Gamborena manejando la medular. Arriba el acierto rematador correspondió a Regueiro y Arocha, ambos con dos goles, y la velocidad la pusieron Ventolrá (autor de un tanto) y Gorostiza. Lesionado, no jugó Zamora. Su puesto lo ocupó el portero del Athletic, Gregorio Blasco, quien completó un gran encuentro.

Debuts que hicieron historia

AÑO 1932

1932 contempló el debut de uno de los jugadores más importantes en la historia del equipo, Isidro Lángara. El viejo campo ovetense de Buenavista, un 24 de abril de 1932, fue testigo del inicio de la andadura del delantero centro vasco que arrancó su carrera anotando ante Yugoslavia (victoria por 2-1 con tantos del citado Lángara y de Regueiro) y haciéndolo en el estadio de la capital asturiana donde jugaba. Lángara militaba en el Oviedo FC que ascendió en la temporada 1932-33 a Primera División.

Si Lángara fue el primer futbolista de Segunda División en jugar  con la selección nacional, el segundo fue Elícegui del Real Unión autor de cinco goles en los cuatro partidos en los que fue internacional.

Tras un año sin citas futbolísticas, la selección regresó para jugar un encuentro amistoso contra Portugal en Vigo (Balaídos) en abril de 1933. En presencia del secretario de la Presidencia de la República, Rafael Sánchez-Guerra, el combinado nacional se impuso de forma clara al equipo luso por 3-0 en un encuentro en el que debutó otro segunda, José Antonio Elícegui, quien dejó su sello goleador con dos tantos. Sin embargo, quien maravilló fue Cilaurren gracias a su labor en el centro del campo.

El histórico 13-0 frente a Bulgaria y las "primas"

En aquellos años 30, antes de acudir al Campeonato del Mundo, se produjo la mayor goleada en la historia de la selección y ocurrió en un amistoso disputado el 21 de mayo de 1933: España se impuso por 13 a 0 a una muy floja Bulgaria. Antes había caído en París 1-0 dando una pobre imagen y empatado a uno en Yugoslavia, partido en el que brilló Quincoces de quien la prensa de la época destacó que “no ha fallado un balón”.

 

En aquel duelo contra los búlgaros, Chacho, del Deportivo de La Coruña, se transformó en el jugador español que más goles ha marcado en un encuentro con la selección: anotó seis de los tantos del combinado nacional, algo nunca igualado en la historia. Elícegui, el delantero centro de aquella cita, hizo tres; Luis Regueiro, dos; el españolista Crisanto Bosch anotó uno y fue el autor de seis pases de gol. El otro tanto correspondió al búlgaro Mitchalov en propia puerta, al desviar un tiro de Chacho.

Cuentan que en el descanso los directivos de la Federación se quejaron de que se produjeran tantos goles ya que en aquella época se pagaban doscientas cincuenta pesetas por ganar y cincuenta por cada gol marcado:

"O dejáis de meter goles o nos arruinamos", les dijeron.

Los chicos siguieron marcando y Elícegui que marró uno facilísimo recibió la bronca de Quincoces:

"¡Te advierto, Antonio, que como falles otro igual te lo descontamos!".

El partido contra Bulgaria fue el último de José María Mateos como seleccionador quien el 22 de julio era sustituido por Amadeo García Salazar, “factótum” del Alavés así como descubridor de Ciriaco y Quincoces. Él fue el encargado de dirigir la preparación de los dos partidos (o tres si cada combinado ganaba un encuentro) clasificatorios para acudir al Mundial de 1934.